Juan Sanmartin, Carlos Martinez, Ignasi Riu y Gonzalo Cano
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EN LOS ÚLTIMOS años la selección porcina ha trabajado, de
manera muy eciente, para incrementar la prolicidad de las
cerdas, actualmente nos movemos en un escenario en el que
generación tras generación se incrementa el nº de lechones
nacidos. Esta situación, que en un principio debería de ser
totalmente favorable, se está convirtiendo en el caso de algunas
líneas genéticas en un generador de problemas.
El incremento del nº de lechones ha ido acompañado, en
muchas ocasiones, de una disminución del peso al nacimiento
y, lo que puede ser aun mas grave, un incremento en la
variabilidad de estos pesos. A medida que el lechón tiene
menos peso su capacidad para sobrevivir va disminuyendo
lo cual obliga a incrementar los trabajos de atención en las
maternidades y al mismo tiempo se está incrementando el
nº de camadas que deben ser adoptadas por cerdas nodrizas
con el n de alcanzar un peso mínimo al destete.